¿Cómo hacer un filme sobre la conciencia, la moralidad y la verdad, sin darles una voz específica? Esta es quizá la premisa más contundente que aborda esta película.
Patrascu, un hombre que atiende un negocio con su esposa, escucha por accidente (o por mero morbo) una discusión en el departamento de sus vecinos, poco tiempo después se enterará que la mujer muere y comenzarán las investigaciones correspondientes. Sin embargo, Patrascu, quien es el único que podría tener información para encontrar al asesino (porque además se cruzó con él) se niega a revelarla. Esta cuestión desembocará en un misterio por saber la causa por la que no ha desentrañar lo que sucede.
Pero el asunto no para ahí, poco a poco, en una especie de plan (o quizá las circunstancias así lo acomodaron) Patrascu comienza una relación laboral con el posible asesino, desembocando en un punto de tensión en donde cualquier cosa podría suceder.
La película tiene elementos que la hacen interesante, para empezar, como espectadores somos víctimas del director, quien utiliza muy bien el juego del campo-fuera campo (lo que aparece y lo que no a cuadro) para dejarnos con la simple idea de quién era la asesinada y para explicarnos lo que ha sucedido. Poco a poco, esta información se nos va complementando, para que nuestras pesquisas se vayan formando de mejor manera y lo hace de manera sutil, a través del uso de redes sociales y de la aparición de otros personajes.
Una vez generada la duda en el espectador, el director comienza a jugar con la idea de por qué está encubriendo al asesino, y conforme se empieza a dar la relación con él, el suspenso se hace más grande. Además de esto se abordan temáticas de manera sutil que pueden resultar en debates universales: el machismo y el demostrar la "hombría" mientras se cuida a la familia son algunos de ellos.
La dirección está muy bien llevada, los actores encierran un aire de misterio que complementa el objetivo principal de la historia, la fotografía es buena, provoca que las imágenes sean nítidas, aprovechando en su mayoría, la luz natural.
Si bien es una historia que basa su fuerza en lo que no puede verse (desde algunos personajes hasta los pensamientos y preocupaciones del protagonista) es una historia que poco a poco comienza a consumirse en su mismo misterio, el espectador poco a poco pasa de estar en una duda sobre lo que no ha sucedido a pedir que suceda algo, cuando llega el punto máximo podría sentirse como si lo hiciera a destiempo, un poco tarde. Este es quizá el mayor defecto, la inoperancia e indecisión del personaje hacen que se caiga en un deseo porque algo suceda.
En conclusión, Un piso más abajo tiene varios elementos que la hacen interesante partiendo de un tema o una historia muy simple, sin embargo, cuando se espera que el conflicto comiece a resolverse, la trama comienza a alargarse hasta un punto un tanto innecesario. Una película que hay que ver, justamente por aquello que no se ve.
Un psio más abajo de Radu Muntean, Rumania-Francia- Alemania-Suecia. 2015, 93 min. Con: Teodor Corban, Iulian Postelnicu, Oxana Moravec, et. al.
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